Bereshit 3:6 – El pecado de Adán y Eva

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BERESHIT 3:6 – EL PECADO DE ADÁN Y EVA


Bereshit 3:6 – «Y la varona vio que el árbol era bueno para comer, y que él era agradable a los ojos, y el árbol deseado para hacerse sabio; y tomó de su fruto y comió, y dio también a su varón, que estaba con ella, y comió.


En este verso, de una manera que se podría apreciar como breve,[1] se nos describe la reacción de la varona primeramente y luego del varón, a la tentación de la serpiente. Ambos desobedecieron al Eterno, pues Él le había prohibido al varón comer de ese árbol, y tal y como dice el texto: “tomó de su fruto y comió, y (…) su varón, que estaba con ella, y comió.” Sin embargo, al considerar todo el proceso, tal y como venimos haciendo, podemos apreciar que el problema no empezó cuando la varona comió, sino que comer del árbol fue resultado de todo un proceso que inició con el desconocimiento y modificación de la Palabra de יהוה, que continuó con la incredulidad y que finalmente acabó en la desobediencia.

Ahora bien, centrándonos en este verso de manera concreta, vemos que lo primero que la varona hizo no fue comer, sino ver, y es precisamente en este punto donde empezó la desobediencia.[2] Y lo que vio fue que el árbol tenía tres características:

  1. Era bueno para comer.
  2. Era agradable a los ojos.
  3. Era deseado (codiciable) para hacerse sabio.

Sin duda alguna la varona ya había empezado a valorar, o a juzgar, sin Elohim y por tanto de manera distorsionada, ya que ¿cómo puede ser bueno para comer algo que te mata si te lo comes? ¿Por qué juzgó así la varona? Bajo el engaño de la tentación ese árbol ya no producía muerte, tal y como יהוה había dicho, sino que ahora se estaba viendo como el medio para alcanzar sabiduría.[3] Es más, llegó a ser incluso deseable, o codiciable según algunas traducciones. Luego, lo que Elohim había prohibido pasó a ser objeto de deseo para la varona. Una experiencia que concuerda cabalmente con estas palabras de Juan en su primera carta:

“Porque todo lo que hay en el mundo: la pasión de la carne, la codicia de los ojos, y la soberbia de la riqueza, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo está pasando, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” (1 Juan 2:16-17, BTX4).

Así pues, después de todo lo visto, ahora sí, y tomó de su fruto y comió, y dio también a su varón, que estaba con ella, el cual también comió.[4] Y esto mismo nos puede ocurrir a hoy a nosotros. De hecho ocurre con más frecuencia de lo que quizá podemos llegar a pensar o imaginar.

En la naturaleza hay dos tipos de árboles: aquellos cuyo nombre se corresponde con el nombre de su fruto, y aquellos cuyo nombre no se corresponde al del fruto. Por ejemplo: un manzano produce manzanas, y un peral peras. El manzano se llama manzano y el nombre del fruto manzana, de manera que el nombre del fruto se corresponde. Igual pasa con el peral. Pero ¿qué pasa con la palmera? ¿Qué fruto produce una palmera? Dátiles. Una palmera no produce palmeritas o palmeros. Luego, el nombre del fruto no se corresponde al del árbol. Esto mismo pasa con los dos árboles del huerto que son mencionados con propiedad en el relato de Bereshit.

Por un lado, está el árbol de la vida cuyo nombre se corresponde a su fruto, pues tal y como dice Bereshit 3:22 comer de su fruto produce vida. Pero por otro lado, está el árbol del conocimiento bueno y malo. Este árbol pertenece a la segunda categoría de árboles, pues su nombre no se corresponde al nombre del fruto, ya que comer de su fruto no produce realmente conocimiento de lo bueno y malo, o al menos no es uno que esté conforme a יהוה, sino muerte (Bereshit 2:17).

Así pues si no tenemos siempre presente el verdadero fruto del árbol prohibido, podemos ser engañados del mismo modo que lo fue la varona y caer en la tentación. Recordemos continuamente que el árbol del conocimiento bueno y malo produce muerte, ese es su fruto. Su fruto es malo para comer, es desagradable a los ojos y es abominable para alcanzar sabiduría. Eso es realmente lo que tenemos que ver cuando miremos a este árbol. La única manera de alcanzar verdadera sabiduría es temiendo a יהוה y obedeciendo sus mandamientos por la fe en nuestro Mesías Yehoshúa/Jesús de Nazaret.

Bienvenido al origen.

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[1] Cuando decimos que se podría apreciar como breve, lo que queremos decir es que es breve en relación a todo el proceso de gestación. El pecado existe y tiene su seriedad, no se puede disminuir o suavizar en manera alguna. Pero debemos tener en cuenta que la estructura textual destaca el proceso de tentación y la dilatada experiencia de la depravación que, en un sentido, ocupa la totalidad de la revelación bíblica hasta la restauración de todas las cosas.

[2] Para una relación de pecados relacionados con ver, véase Bereshit 6:2; 39:7; Yehoshúa/Josué 7:21; Shemuel Bet/2 Samuel 11:2; Iyov/Job 31:1; Mateo 5:28; 1 Juan 2:16.

[3] Recordemos que la palabra serpiente en hebreo también significa hechicero, luego es interesante valorar que la varona, sin restar un ápice de su responsabilidad, estaba bajo una especie de hechizo. Algo que concuerda con las palabras del apóstol Pablo en 1 Timoteo 2:14.

[4] Con respecto a este verso es necesario comentar que algunas traducciones dicen lo siguiente: “Y dio también a su marido, el cual comió así como ella.” Sin embargo, según el texto hebreo todo parece indicar que una traducción más exacta es la que proponemos en este comentario, y por tanto el varón estuvo en todo momento con la varona. Algo que manifiesta su pasividad, hace más reprochable su actitud y en absoluto le exculpa, antes bien acentúa su responsabilidad.

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