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BERESHIT 8:6-7 – EL CUERVO COMO SÍMBOLO


Bereshit/Génesis 8:6-7 – Y fue al fin de cuarenta días, y abrió Nó’aj la ventana del arca que hizo. Y envió al cuervo y salió, salir y volver, hasta que se secaron las aguas de sobre la tierra.


En esta historia, el cuervo puede tener tanto de irrelevante como de enigmático, aunque no sea ni lo uno ni lo otro. Nóah/Noé le envía, se mencionan escuetamente sus idas y venidas hasta que las aguas se secaron (Bereshit/Génesis 8:7), y nada más se sabe de él, hasta que es mencionado de nuevo entre los animales inmundos (Vayikrá/Levítico 11:15; Devarim/Deuteronomio 14:14). Tan repentina y fugaz es su aparición que de no constar en el relato, nadie le echaría de menos.

No así con la paloma, ella es distinta, tanto que hasta nos la imaginamos blanca, contrastando aún más al negro cuervo. De la paloma se nos cuenta más, y más emotivo, es ella la que trae la hoja fresca de olivo en su pico, ella es la portadora de esperanza, pero ¿el cuervo? ¿Qué hace este pájaro de mal agüero? Nada, no hace nada, ni trae nada, simplemente vaga sin rumbo. Tan insipiente es su actividad que la historia mantendría su sentido sin él.

Sin embargo está, pues el Dios que inspiró las Escrituras así quiso que fuese. יהוה decidió que él estuviese. De entre todos los animales del arca, de entre todos los seres alados, יהוה escogió que el cuervo, junto con la paloma, fuesen las dos únicas aves mencionadas específicamente en su santa Torah. Luego, como decíamos, su aparición no es irrelevante, pero está claro que no parece sencillo entender a la luz de las Escrituras, sin caer en alegorías establecidas en asociaciones de ideas más o menos colectivas, por qué está ahí, por qué Nóah/Noé le envía, y lo más importante, qué nos quiere decir יהוה con su presencia. Para empezar a responder a estas preguntas, ahondaremos en el sustantivo «cuervo» y su familia léxica en hebreo, ya que nos ayudará a descubrir el mensaje que se oculta tras este pájaro.

LA FAMILIA LÉXICA DEL SUSTANTIVO עֹרֵב OREV

En hebreo la palabra «cuervo» es עֹרֵב (orev, escritura defectiva) o עוֹרֵב (orev, escritura plena), y se compone de tres radicales que son la Ayin, la Resh y la Bet. Esta raíz da origen a varias palabras de entre las que destacaré dos verbos por su relación con el presagio que anunció este pájaro dentro del ciclo de historias de Noé.

  1. El verbo עָרַב (arav) atardecer

La primera palabra que deriva de la misma raíz de עֹרֵב (orev) cuervo es el verbo עָרַב (arav) que significa atardecer, anochecer. De ahí el sustantivo עֶרֶב (érev) tarde. Vamos a verlo en un par de citas bíblicas.

Jueces 19:9

«Y se levantó el varón para irse, él y su concubina y su criado. Y le dijo su suegro, el padre de la joven: He aquí ya el día declina para anochecer, te ruego que paséis aquí la noche».

Este «para anochecer» en hebreo es לַעֲרֹ֗ב (la’arov) y en el idioma original se aprecian las tres radicales que dan lugar a la palabra עֹרֵב (orev) cuervo, la Ayin, la Resh y la Bet.

Isaías 24:11

«Hay clamores por el vino en las calles; se oscureció toda alegría, se desterró el regocijo de la tierra».

Este «se oscureció» en hebreo es עָֽרְבָה֙ (arvah) y también vemos las tres radicales de עֹרֵב (orev) cuervo, la Ayin, la Resh y la Bet.

Por tanto, queda claro que en hebreo el verbo atardecer y el sustantivo cuervo son de la misma familia. Este parentesco probablemente se deba al color, ya que el atardecer es la transición hacia la noche, el período de oscuridad, y el cuervo es un pájaro básicamente negro, salvo extrañas excepciones.

  1. El verbo hebreo ערב, mezclar

La segunda palabra que deriva de la misma raíz de עֹרֵב (orev) cuervo es el verbo ערב que significa mezclar.[1] Y también lo vamos a ver en dos textos bíblicos.

Salmos 106:34-35

«No destruyeron a los pueblos que YHVH les dijo, y se mezclaron con los gentiles, y aprendieron sus obras».

«Y se mezclaron con los gentiles» en hebreo es וַיִּתְעָרְב֥וּ בַגֹּויִ֑ם (vayitarvú vagoyim). Este verbo וַיִּתְעָרְב֥וּ (vayitarvú) comparte raíz con עֹרֵב (orev) cuervo.

Esdras 9:2

«Porque han tomado de sus hijas para ellos y para sus hijos, y han mezclado la simiente santa con los pueblos de las tierras; y la mano de los mayorales y de los gobernadores ha sido la primera en esta prevaricación».

Este verbo וְהִתְעָֽרְבוּ֙ (vehitarvú) también comparte raíz con la palabra עֹרֵב (orev) cuervo.

Así que en hebreo el verbo mezclarse y el sustantivo cuervo también son de la misma familia. Si a esto le añadimos el primer pariente que hemos visto, el verbo atardecer, anochecer, ya tenemos los ingredientes para averiguar cuál fue el presagio del cuervo.

Si recordamos, en Génesis 6, vimos como los hijos de ha’elohim tomaron a las hijas del adam, y eso trajo nefastas consecuencias. Dos grupos distintos que debían permanecer separados se mezclaron, y con ello sumieron a la creación en un periodo de oscuridad. Pero lamentablemente éste no fue un episodio aislado. Mezcla seguida por oscuridad es un ciclo que se ha repetido a lo largo de la historia de nuestro pueblo. Lo hemos leído; el Salmo recitaba como Israel entró en Canaán y en lugar de destruir a los pueblos que Dios mandó, se mezcló con ellos, con el consecuente periodo de oscuridad. También acabamos de leer en Esdras como incluso los retornados del exilio habían mezclado la simiente santa con los pueblos de la tierra.[2] Y aunque se tomaron cartas en el asunto, la mezcla en el pueblo de Dios continuó presente y ha llegado hasta nuestros días.

Por tanto, lejos de sobrar, el cuervo cumple una función esencial. Por un lado fue, y sigue siendo, un presagio del futuro; en efecto, el pueblo de Dios mezcló lo santo y lo profano, trayendo periodos de absoluta oscuridad, falta de Torá y exilio. Por otro lado el cuervo es también un recordatorio del pasado. No debemos olvidar esa mezcla que ha sumido en la oscuridad a nuestro pueblo una y otra vez, y que ante la falta de arrepentimiento, Dios derrama su juicio.

Ahora bien, así como un día el cuervo ya no regresó más, también habrá un día en el que toda mezcla terminará y toda oscuridad quedará abrumada por la luz. Ese día lo que cubrirá la tierra no serán las aguas sino la gloria de Dios.

[1] Es un verbo que sólo está en Hitpael.

[2] La prohibición de este parentesco está en Deuteronomio 7:1-6.


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